Dolencias del aparato gastrointestinal y trastornos de la digestión

Malestar de estómago, de abdomen o intestinal

Bajo estos términos las personas suelen manifestar distintos grados de disconfort, producto de alteraciones del funcionamiento del aparato digestivo y/o del hígado tales como una mala digestión (lenta, pesada), acidez, cólicos (o retorcijones de los intestinos), mal funcionamiento de la vesícula biliar (cólico "hepático" o biliar), etc. En la mayoría de los casos pueden ser resueltas con el cambio de ciertos hábitos y, eventualmente, con la ayuda de medicamentos digestivos, antiácidos y/o antiespasmódicos; alguno de los cuales son de venta libre

¡¡ Preste mucha atención y recuerde!! que, cuando cualquiera de las dolencias aquí descriptas no se resuelven en un corto tiempo con las medidas que se sugieren, o se repiten en forma frecuente, siempre se debe consultar al médico.

Ardor, acidez, dolor estomacal o "en la boca del estómago", gastritis

Alrededor de un tercio de la población experimenta acidez en algún momento de su vida. La acidez se presenta cuando parte del contenido ácido del estómago es regurgitado hacia el esófago, produciendo una sensación de ardor o quemazón en la boca del estómago. Puede acompañarse de dolor el que, en ocasiones y por su gran intensidad, hace pensar en un problema cardíaco. Igualmente, se tiene que tener en cuenta que si los síntomas ocurren con el ejercicio o el dolor se irradia hacia el cuello, la mandíbula o debajo de los brazos se debe concurrir al médico en forma inmediata, ya que se puede estar en presencia de una seria afectación cardíaca.

La acidez aparece frecuentemente poco después de comer y al acostarse. La sensación de ardor puede irradiarse hacia arriba del pecho como una ola. Algunas personas se quejan de un gusto amargo en la garganta o en la boca. Pueden despertarse con la boca llena de un líquido salado o con un ataque de tos.

Existen causas predisponentes para que el reflujo del contenido del estómago al esófago se acompañe de manifestaciones desagradables.

Postura: La acidez es más frecuente en personas que permanecen acostadas. No acostarse inmediatamente después de comer y elevar la cabecera de la cama puede ayudar a solucionar el problema.

Embarazo: El útero agrandado puede ejercer presión, empujando el contenido del estómago hacia arriba. Es aconsejable realizar comidas de poco volumen (porciones pequeñas).

Cigarrillo: El hábito de fumar agrava el problema de la acidez. Terminar con este hábito se asocia a beneficios que van más allá del problema de la acidez.

Medicamentos: Algunos medicamentos pueden favorecer la acidez. Se recomienda la lectura atenta de los prospectos que acompañan a los medicamentos y/o comentar este tema con el médico.

Algunos alimentos, bebidas y comidas:

Alcohol, chocolate, café, jugo de frutas, tomate, salsas, comidas muy grasas y/o con muchos condimentos picantes pueden favorecer la acidez.

El tratamiento más sencillo, aconsejable y eficaz es evitar las causas que favorecen o empeoran la acidez. La utilización de medicamentos antiácidos puede ayudar a paliar o a resolver este problema.

Siete secretos para evitar dolores estomacales

1. Haga ingestas de poco volumen. Es más fácil digerir cuatro o cinco comidas livianas que tres comidas abundantes.

2. Coma despacio. Comer muy rápido produce un aumento brusco de volumen ocupado en el estómago y favorece el reflujo hacia el esófago.

3. Evite acostarse inmediatamente después de haber comido. La posición horizontal favorece el pasaje de la comida del estómago hacia el esófago causando acidez.

4. Use ropas cómodas, sueltas. Las ropas muy ajustadas comprimen el estómago, alteran su normal funcionamiento y favorecen el disconfort.

5. Disminuya el consumo de café y otros irritantes. El café, el chocolate, el té, el mate y algunas gaseosas que contienen cafeína pueden producir un importante malestar abdominal cuando se consumen en exceso.

6. Evite las comidas ácidas. Las comidas con salsas de tomate, las ensaladas con abundante cebolla cruda y los jugos de frutas cítricas (especialmente el pomelo) pueden producir o agravar la acidez.

7. Evite o disminuya el consumo de alcohol y tabaco. Tanto el alcohol como el cigarrillo son irritantes de la mucosa del estómago.

 

"Indigestión"

Se describe como un disconfort estomacal difuso asociado con las comidas. En general se produce por exceso de comida o de bebida, aunque también puede ocurrir sin causa aparente y luego de una comida liviana. Los síntomas de indigestión son similares a los síntomas de la úlcera y muchas veces es difícil diferenciarlos; por lo tanto si presenta dolor abdominal contínuo u ocurre regularmente consulte con su médico.

Además de realizar cambios en los hábitos alimenticios (lo más conveniente, económico y saludable), se puede tratar este problema con ciertos medicamentos de venta libre genéricamente denominados "digestivos". Estos suelen ser asociaciones de complejos enzimáticos con principios activos naturales que estimulan y favorecen la digestión.

 

Cólico "hepático", cólico biliar

Hay un grupo de síntomas (la mayoría de ellos comunes a distintos trastornos funcionales digestivos) que pueden estar relacionados con la presencia de cálculos ("piedras") en la vesícula: intolerancia a ciertos alimentos (grasas, frituras, algunas legumbres), eructos, meteorismo en exceso (gases intestinales, ver luego), distensión abdominal ("panza hinchada") luego de comer, sensación de plenitud ("estar lleno"), náuseas, vómitos y otras molestias abdominales. La mayoría de los pacientes con cálculos biliares permanecen asintomáticos si evitan consumir alcohol, café y alimentos desencadenantes de los síntomas antes descriptos.

El cólico biliar es el síntoma principal y más sufrido en la mayoría de los pacientes con cálculos vesiculares y se caracteriza por dolor constante, de aparición brusca que aumenta de intensidad gradualmente en una hora, se mantiene durante varias horas y disminuye lentamente, que puede sentirse en la boca del estómago, en la parte superior derecha del abdomen o en cualquier lugar del mismo, y suele asociarse a vómitos, que pueden aliviar el dolor parcialmente. En caso de presentar este cuadro, solo o asociado a fiebre, debe concurrir al médico y evitar la automedicación.

Las complicaciones de los cálculos biliares son la inflamación (colecistitis) aguda o crónica de la vesícula, la obstrucción intestinal por cálculos muy grandes, la inflamación del páncreas (pancreatitis) y merecen evitarse con la consulta médica realizada a tiempo

Gases abdominales o meteorismo

Casi todas las personas han experimentado la sensación de aire en el estómago o en los intestinos. El aire puede ingresar durante la deglución (aerofagia) u originarse en la digestión por la fermentación de bebidas y comidas con un alto contenido de azúcares (bebidas dulces, gaseosas, comidas cremosas, panes, pastas, fibras, etc.). Si bien uno o dos eructos mejoran la sensación, el hábito de eructar frecuentemente de algunas personas está asociado a tragar aire previamente y a la formación de un círculo vicioso porque parte del aire deglutido queda en el estómago generando más eructos.

El aire a nivel intestinal puede dar ruidos embarazosos pero desgraciadamente es parte de la digestión normal. Cuando esto se asocia de manera evidente con la ingesta de productos lácteos, el fenómeno puede corresponder a una intolerancia a la lactosa y conviene consultar con el médico para precisar el diagnóstico.

La presencia de eructos ocasionales no necesita tratamiento. Si es frecuente, se recomienda variar los hábitos alimenticios, evitar la aerofagia al comer y no tragar aire antes de eructar.

 

Diarrea

Se llama diarrea al aumento de la frecuencia de las deposiciones intestinales (en un número mayor del habitual) y a la disminución de la consistencia de estas (materia fecal más blanda).

Las causas de la diarrea son variadas. Las infecciones, especialmente por virus, y las intoxicaciones alimentarias se ubican entre las más frecuentes. Otras causas son las infecciones causadas por parásitos, hongos o bacterias que inflaman el intestino; ciertos componentes de la dieta como café, picantes, irritantes, vegetales en exceso, leche en personas con intolerancia a la lactosa; algunos medicamentos (laxantes, magnesio, antibióticos); el estrés y el exceso de frío.

El principal riesgo de la diarrea, especialmente en niños y ancianos, es la deshidratación. Piel y mucosas secas, ojos hundidos o una menor producción de orina, son claros indicios de una posible deshidratación y, ante cualquiera de ellos, se debe consultar al médico inmediatamente. También cuando el enfermo no puede ingerir por boca porque el cuadro se acompaña de vómitos.

En general, se conseja para las primeras horas de diarrea, ingerir una dieta hipofermentativa (con bajo contenido de fibras, de frutas y de verduras). Se puede comer arroz, polenta, pastas no rellenas bien cocidas, carnes rojas y pollo, evitando las salsas, los picantes y el azúcar en gran cantidad (usar preferentemente edulcorantes). Reducir la cantidad de lácteos. Ingerir abundante cantidad de líquidos (agua mineral, gaseosas con bicarbonato de sodio) y sales para reponer o compensar adecuadamente la pérdida de agua y sales que ocurren normalmente en una persona con diarrea. De esta manera se revierte o previene la deshidratación que puede acompañar al cuadro diarreico.

 

Para tener en cuenta:

- Hay enfermedades gastrointestinales serias que pueden tener como síntoma la diarrea, por ende toda diarrea que se prolongue por más de 48 horas, que se presente por cortos períodos pero reiterados, que se acompañe de fiebre o de moco o sangre con las deposiciones, exige la consulta médica inmediata.

- Las diarreas en niños y, especialmente en lactantes, siempre requieren la consulta médica, ya que puede ser un cuadro severo.

- Las personas que están bajo tratamiento con inmunosupresores (medicamentos que disminuyen la inmunidad y sus defensas) o que padecen de alguna enfermedad que afecta sus defensas pueden tener cuadros diarreicos graves de origen infeccioso, que requieren del diagnóstico y tratamiento médico adecuados.

- No se deben administrar infusiones o medicaciones caseras contra la diarrea. Las estadísticas de los centros de toxicología y de los hospitales de niños muestran claramente las graves consecuencias que esta práctica puede tener.

- No utilice antiespasmódicos o antidiarreicos sin indicación médica, por otra parte, la mayoría de éstos no son medicamentos de venta libre.

 

Constipación

Se llama constipación (o estreñimiento) a la disminución del ritmo o frecuencia evacuadora. El ritmo defecatorio varía de persona a persona pero, en general, se considera que el ritmo normal varía de una vez a la semana hasta tres veces en el día. Una persona que normalmente mueve el intestino una vez al día estaría constipada si pasados 3 a 4 días no ha movilizado el intestino. A la falta de evacuación intestinal se pueden sumar síntomas tales como pesadez estomacal, molestias abdominales, dolor de cabeza, inapetencia y molestias en la parte baja de la espalda.

La constipación (o estreñimiento) es un síntoma común en muchos trastornos funcionales y orgánicos del intestino. Algunas causas frecuentes de constipación son las dietas pobres en fibras, el bajo consumo de líquidos, la falta de actividad física, la vida sedentaria, el cambio de hábitos (por ejemplo, un viaje) y ciertos medicamentos.

Entre las causas orgánicas se pueden mencionar las obstrucciones intestinales, la patología cancerosa y la diverticulitis entre otras. Por ello, ante un cuadro de constipación crónica, siempre se debe descartar una posible causa orgánica antes de concluir que se está frente a un intestino "perezoso", cuadro que, por otra parte, es habitual en personas de edad avanzada, en inválidos o en personas que están obligadas a guardar cama por una enfermedad.

En la constipación, las heces se acumulan en el colon (intestino grueso) porque éste no responde a los estímulos normales que promueven la evacuación, o porque faltan los estímulos accesorios (dieta y actividad física entre otros).

Algunas veces, este trastorno se presenta en personas con una sensibilidad rectal disminuída a la presencia de masas fecales en la ampolla rectal por el frecuente hábito de no responder (generalmente por razones sociales) a la necesidad de defecar; o bien, por una dependencia prolongada a laxantes o enemas, iniciada muchas veces en la niñez.

El tratamiento de la constipación se debe adaptar al estado general del paciente y a la historia que este tiene como constipado. Además del que el médico determine, en general, se suele recomendar un cambio de hábitos (tanto alimentarios como de actividad física) y acondicionar el colon (intestino grueso) para la eliminación de las heces en respuesta a los estímulos normales; esto es, intentar defecar a la misma hora cada día, con preferencia 15 a 45 minutos después del desayuno, ya que la ingestión de los alimentos en un estómago vacío activa el peristaltismo (movimiento) intestinal y, muy importante, siempre responder al estímulo defecatorio.

La constipación o estreñimiento merece una consideración especial cuando se trata de niños, ancianos o mujeres embarazadas:

 

Constipación en el niño

Ocurre normalmente a medida que el niño va creciendo y se producen cambios alimentarios, tales como ingerir alimentos distintos de la leche. Se recomienda, en estos casos y en niños menores, agregar jugos a la dieta (por ejemplo, de naranja) y en los mayores, la incorporación de cereales, vegetales crudos y frutas secas. Si bien estas medidas generales suelen ser efectivas, la consulta médica oportuna permite actuar con mayor seguridad. Cuando se trata de lactantes, siempre se debe consultar al médico.

¡¡Nunca utilice laxantes ni enemas en los niños, a no ser que lo indique su médico!!, ya que esto podría ser muy perjudicial para la salud del niño. Ante la más mínima duda, se debe consultar al médico.

Constipación en el anciano
Es muy frecuente ya que el anciano, por lo general, no hace una dieta rica en fibras, toma poco líquido, no realiza ejercicio físico, y sus intestinos tienen un ritmo evacuatorio más lento. Al igual que para con los niños, se recomienda administrar una dieta rica en verduras y otras fibras y una gran cantidad de líquidos. No administrar laxantes, ni otros medicamentos antes de consultar con el médico. En el caso de utilizar laxantes, tomar los recaudos necesarios para evitar problemas que puedan poner en riesgo la salud.

Constipación durante el embarazo y la lactancia
En estos casos, se debe buscar la solución mediante métodos naturales (como los empleados en los ancianos y niños) y evitar el uso de medicamentos (salvo indicación médica en contrario). Dietas ricas en fibras (frutas, vegetales, cereales, pan negro, salvado, etc.), beber mucho líquido y realizar actividades recreativas (dentro de lo que el estado de la mujer lo permita) suelen resolver el problema en la mayoría de los casos.

Es muy importante que no se deje pasar la oportunidad de defecar ante la aparición de la necesidad.

 

Hemorroides

Las hemorroides afectan a ambos sexos, especialmente entre los 20 y 50 años. Es una afección caracterizada por varicosidades de las venas del plexo hemorroidal. Bajo la mucosa del ano y de la parte inferior del recto se encuentra un conjunto de venas llamado plexo venoso hemorroidal formado por venas hemorroidales internas y por venas hemorroidales externas. Los aumentos de la presión intraabdominal puden causar distensión de estas venas, y en último término, varicosidades que se denominan hemorroides. El dolor, la inflamación, la trombosis y la hemorragia son complicaciones habituales de las hemorroides.

El embarazo, la obesidad, la tos, los estornudos y los esfuerzos por defecar (en los constipados) son, entre otras, causa de aumento de la presión que predispone a tener hemorroides.

Las hemorroides pueden ser externas o internas.

Las hemorroides externas aparecen en forma de masas pequeñas, redondeadas, purpúreas, cubiertas con piel y que se hacen más prominentes cuando el enfermo hace una esfuerzo por defecar. A no ser que se hubiera producido una trombosis, son blandas y rara vez dolorosas, aun cuando pueden producir una sensación de "recto ocupado". Ocasionalmente, debido a un estrés agudo local (esfuerzo por defecar o heces duras que lesionan la mucosa durante su pasaje), las venas externas se dilatan súbitamente, su interior se llena de trombos (coágulos) y pueden inflamarse, romperse y sangrar. La defecación va acompañada de dolor que suele mantenerse por varios días, después de los cuales comienza la absorción del coágulo y la masa remite, dejando solamente un colgajo de piel. Las hemorroides externas tienden a sufrir remisión espontánea, manteniéndose asintomáticas o molestar al enfermo por la protrusión o por causar un intenso prurito.

Las hemorroides internas son múltiples, blandas, purpúreas, de forma irregular y están cubiertas por una fina mucosa. Las lesiones menores causan hemorragia y ulceración superficial. La inflamación, la trombosis, las hemorragias y el prolapso también acompañan a estas hemorroides.

Las hemorroides externas se diagnostican por inspección directa mientras que las internas, por los síntomas y la exploración proctológica.

Las hemorroides pequeñas, sin complicaciones o que causen sólo una leve hemorragia con largos intervalos, suelen no exigir un tratamiento activo, más allá de la corrección de las causas predisponentes o agravantes.

Las medidas generales tanto para prevenir como para controlar la aparición de hemorroides son:

- Hacer una dieta rica en fibras para evitar la constipación.

- No posponer la evacuación intestinal para obtener así un buen ritmo defecatorio diario.

- Realizar una adecuada higiene de la zona anal.

Si estas medidas no alivian los síntomas, se recomienda realizar baños de asiento 3 ó 4 veces por día con agua tibia y, eventualmente, utilizar medicamentos (en forma de pomadas o supositorios) que ayuden a mejorar la sintomatología, teniendo siempre presente que en ningún caso son la cura del problema

Vale la pena mencionar que las embarazadas pueden padecer de hemorroides debido al aumento de presión intraabdominal que ocurre en los últimos meses de embarazo y que, en general, esta situación se revierte luego del parto.

Recuerde: La consulta temprana al proctólogo evita complicaciones futuras.