Dolencias del aparato respiratorio

Tos

La tos, por su frecuencia y significación, es uno de los síntomas más importantes (si no el más importante) de las enfermedades del aparato respiratorio (bronquiolitis, bronquitis obstrutiva, neumonía, asma, malformaciones pulmonares y tumores, entre otras). Aunque puede ser controlada en cierta medida por la voluntad, la tos es un acto reflejo que se origina, en general, por la irritación, la inflamación o la presencia de secreciones y/o cuerpos extraños en la laringe, en la tráquea o en los bronquios.

La tos, si bien es un mecanismo de defensa que utiliza el cuerpo para deshacerse de los elementos extraños que se ubican en el árbol bronquial, puede convertirse en algo fatigante y tremendamente molesto, tanto para quien la padece como para los que lo rodean.

La tos puede ser seca, húmeda, productiva o no productiva. La tos seca, suele ser muy irritativa (lo que la autoperpetúa) y no productiva, mientras que la tos húmeda suele ser productiva (con expectoración por la boca).

Al igual que lo que se debe hacer frente a otros signos o síntomas (por ejemplo, fiebre o dolor), el tratamiento de base debe ser el de la patología que la produce. Igualmente, en ocasiones, es conveniente actuar sobre este molesto síntoma con medidas generales (vahos con vapor de agua) o con medicamentos teniendo en cuenta que:

Si la tos se presenta en un adolescente o adulto joven, que está resfriado o engripado, y que no tiene fiebre, ni dificultad para respirar, lo recomendable es la realización de vahos con vapor de agua (sin otro agregado).

Si la tos se presenta en un niño, siempre se debe consultar al médico.

Si el afectado es un anciano, a quien le cuesta respirar, también se debe consultar al médico.

Si se acompaña de fiebre, respiración agitada o sensación de falta de aire se debe concurrir inmediatamente al médico.

Si la tos se presentara en un adulto joven, sin fiebre ni dificultad para respirar, se podrán utilizar medicamentos de venta libre que se denominan mucolíticos o expectorantes para fluidificar las secreciones (ayudando a que se hagan menos espesas) y permitir una más fácil eliminación de la tos.

Recordar que:
Siempre se debe consultar al médico si la tos no mejora en los primeros días de tratamiento o evoluciona desfavorablemente.

Resfrío común, "catarro" o coriza

El resfrío común o "catarro" es una enfermedad viral que tiene un período de incubación corto (de 18 a 48 hs) y un comienzo abrupto caracterizado por congestión nasal con secreción mucosa, estornudos y tos (que varía según el estadio evolutivo). La presencia de fiebre, común en los niños de corta edad, es rara en los adultos. De existir, el dolor de cabeza es moderado. Si fuera intenso podría estar indicando otra patología.

La inflamación catarral afecta particularmente a la nariz, faringe, senos nasales y laringe. Se puede acompañar de conjuntivitis y sensación de oídos ocupados como así también, afectar el sentido del olfato y el gusto y que el paciente se queje de dolores vagos en la espalda y en las extremidades.

La evolución de esta enfermedad, generalmente banal y que suele resolverse en un período variable de 4 a 10 días, se caracteriza por mantener una secreción serosa profusa y abundantes estornudos que causan enrojecimientos y muchas veces excoriaciones de los orificios nasales y del labio superior. La secreción puede hacerse más espesa y muco-purulenta con el correr de los días.

Muchos trastornos graves (con inclusión del sarampión, difteria, faringitis estreptocóccica, meningitis, etc.) causan síntomas catarrales de vías respiratorias superiores en el comienzo y, por lo tanto pueden confundirse con el resfrío común y la diferenciación se encuentra en la diferente evolución que tiene cada uno de los cuadros mencionados.

Complicaciones del resfrío común tales como sinusitis, adenoiditis, faringitis, laringitis, traqueitis y bronquitis pueden producir síntomas que se prolonguen más allá del resfrío.

Ante un cuadro catarla, se recomienda:

· Reposo en cama en los niños de corta edad, en los preadolescentes y en todos los pacientes febriles.

· Fluidificar las secreciones con vapor si se tiene dificultad para respirar por tener una abundante mucosidad.

· No toser o estornudar cerca de otra persona para evitar contagiarla.

· Utilizar, en caso de ser necesario, medicamentos de venta libre para el tratamiento de la tos si ésta fuera molesta.

· No tomar antibióticos, ya que no actúan sobre los virus ni alteran el curso del resfrío común y, además, son de venta bajo receta archivada.

Aún cuando se tenga la "certeza" de que se está frente a un resfrío común, niños y ancianos deben ser diagnosticados y tratados por un médico.

Si el cuadro clínico no mejora con el correr de los días o, muy por el contrario, empeora, no dude en consultar al médico. Evitará complicaciones.

Gripe o Influenza

La gripe o influenza es una enfermedad aguda altamente contagiosa producida por el virus de la influenza A, B o C. Se caracteriza por fiebre, postración, dolores musculares generalizados (más pronunciados en espalda y piernas) e inflamación de la mucosa respiratoria.

La influenza puede ser esporádica o epidérmica (cada 1 a 4 años). El período de incubación es breve (1 a 3 días) y el comienzo súbito, acompañado de escalofríos, fiebre, de 38°C a 39°C, dos a tres días de duración y cefalea.

La persistencia de fiebre, tos y otros síntomas respiratorios durante más de 5 días, sugiere una neumonía bacteriana secundaria. Sinusitis, otitis media, bronquitis son complicaciones que pueden asociarse a la gripe.

Normalmente la influenza cursa sin complicaciones y con una recuperación completa a los 7 a 10 días de comenzado el cuadro clínico. Aunque el paciente queda inmune temporalmente a la cepa viral que le produjo la enfermedad, puede sufrir otro episodio causado por un agente diferente.

La utilización de vacunas conteniendo las clases (cepas) prevalentes de los virus son eficaces para reducir la incidencia de la enfermedad.

Una vez comenzado el cuadro clínico, las vacunas son inefectivas y el tratamiento es sintomático. Se recomienda:

· Reposo en cama hasta por lo menos dos días después de haber cedido el cuadro febril.

· Tomar abundante cantidad de líquidos para compensar las pérdidas que se producen por la transpiración.

· Utilizar analgésicos, antiinflamatorios antipiréticos para mitigar la fiebre y los dolores musculares. Suele ser útil un baño con agua tibia.

· Eventualmente se podrán utilizar expectorantes mucolíticos.

La consulta médica es necesaria e impostergable cuando:

· La fiebre persiste más de 48-72 horas.

· Existe dolor de garganta que dificulta o impide tragar.

· Se sienten mareos permanentemente.

· Empeora o dura más de 7 a 10 días.

· Afecta a niños o ancianos.